domingo, 9 de septiembre de 2012

Nadie preguntó si yo quería nacer

N. de A.: Perdón por la demora. Tuve un tiempo demasiado largo de relajo. Pero ahora vuelvo. Espero, como siempre, lo disfruten. 




Algo me dice que fui feliz. Que fui un espíritu, alma o un ser etéreo flotando sin cuerpo, o una conciencia diminuta prexistente determinada por el destino en una célula dentro del cuerpo de una mujer –quien sabe. Algo me dice, sin tener certeza en cualquier caso, que fui feliz, pero me arrancaron de lo que era y me metieron en el cuerpecito de un proyecto de persona. O tal vez fui nada, y comencé a existir con el choque improbable entre una célula de mujer y una célula de hombre.
Pero consideremos que en ninguno de esos casos hipotéticos se me preguntó si quería existir.
No me malinterpreten, no es esto una queja. Solo hago una reflexión. Nunca me preguntaron si quería ser mujer u hombre, si quería nacer chileno, francés o egipcio, si quería ser moreno, trigueño, albino o negro. Nadie me preguntó si quería ser.
Nunca preguntaron –al menos que yo recuerde– si quería nacer en este mundo, en este tiempo alocado en que uno come para vivir y vive para trabajar y trabaja para comer. Nunca preguntaron si quería nacer en un hogar como el mío.
No malinterpreten, no estoy malhablando de mis padres. Todo lo contrario. Estoy seguro que tuvieron siempre las mejores intenciones. Pero ellos tampoco preguntaron.
Fui lanzado al mundo desnudo, expuesto, llorando y confuso, confiando en que otro humano como yo me tomase, enseñase y protegiese de toda la maldita porquería que existe en este mundo, de todas las malas palabras que existen en el idioma como hambre, guerra, odio, envidia, burla, dolor.
Y tampoco olvidemos la neurociencia. ¿Cómo vamos a saber si una porquería de dos células y menos de un milisegundo de existencia quiere crecer y desarrollarse? Ni idea. Yo solo digo, no tengo las soluciones. Algún genio metaastromegafísico antropólogo resolverá esta cuestión en unos años, y esta injusticia terminará. No es que me esté quejando, por favor.
Pero bueno. Nadie preguntó y si lo hicieron no lo recuerdo. Estoy en este país, en este momento  exacto de la historia, y me pregunto cuál habría sido mi respuesta de haberse tomado alguien o algo el tiempo y esfuerzo de hacerme la famosa pregunta. Flores, gatos, pasteles dulces, voces alegres, risas enloquecidas, atardeceres, hacer el amor, nadar en un lago frío, leer a Benedetti, escuchar a un niño reír. Llantos, presidentes, caídas, pérdidas, guerra, hambruna, libros malos, coaching de autoayuda, tiempo escaso, tecnología inútil.
A lo mejor sería un ‘No, gracias’, pero existen los besos y el chocolate. A lo mejor un ‘Sí, por favor’, pero está de moda el abuso y el miedo. A lo mejor se trata de acojonarse y decidirse de una buena vez a vivir, de valentía, o de cobarde, o de lo que está en medio de ambas en que la respuesta es ‘Bueno, ya estamos aquí’.
A lo mejor se trata de probarlo una vez y evaluarlo luego, pero habría que asegurarse la posibilidad de retiro. O de vale otro.
Pero al final el asunto es así, no me preguntaron y ya es tarde o estoy muy viejo para arrepentirme. Si uno nace, ya fue; fuiste alguna vez nacido y exististe en el mundo, al menos por un momento. Quizás exististe antes de nacer, y ahí te quedaste, y Dios o alguien más sabrá cómo irás a leer esto que escribo.
El punto es  que nadie me preguntó si quería nacer, y tampoco, seguramente, me preguntarán cuándo o si quiero morir. 

1 comentario:

  1. yo me hago la misma pregunta,,pero tambien veo la soberania de Dios,,ahi veo lo pequeño que somos,,no decidimos estar aki,, tampoco irnos,,,todo depende de algo superior,,,es indudable que existe un Ser Superior,, y por eso es superior o sino sería igual a nosotros,, El es el Jefe,,,jajjaja

    ResponderEliminar