martes, 27 de agosto de 2013

Precoz

Dime si no tienes al menos una gota de imaginación. Miénteme un poco. Dime que no hay una imagen tras tus ojos y un vacío en tu vientre. Miénteme, y házmelo saber.

Dime si no me estás observando ahora mismo por el rabillo del ojo, que te perturba el silencio solitario frente a mis labios, que el movimiento de mis manos te fascina. Dime cómo te gustaría compartir mi silencio con los labios, y que te encantaría dejar de ver mis manos para solo sentirlas. Búscame un poco, sedúceme, hazte de rogar unos segundos. Miente otra vez, por favor. Miénteme otra vez y dime que no deseas nada.

Te veo, estás nervioso, ¿culpa mía? Cuánto lo lamento. Deja de mirar al otro lado.  Sé dónde quieren ir tus ojos, ¿para qué disimular?

Entonces tú te acercas, me susurras, deslizas tus dedos cálidos hasta mi cadera y yo me aparto. Se acabó el juego, ya no te resistes, murió la seducción. Caíste demasiado rápido.

Lo siento mucho.

Puedes intentar ganar mañana, cuando ya te haya olvidado. Deberías saber cómo.

Dime algo. Miénteme un poco.