Nos hemos dicho más de
un millón de palabras. Y serían más si consideráramos también las que nos hemos
dicho en silencio, las que hemos pensado del otro una noche demasiado llena o
vacía, las que hemos pensado gritando esperando que el otro, por telepatía,
oyera.
Nos hemos dicho tantas
cosas. Nos hemos contado historias, miles de historias. Verídicas, ideales,
mentiras, recuerdos varios a media voz. Nos hemos retratado a nosotros mismos y
al otro en una infinidad de tonos y matices; tú eres así, yo soy asá. Nos hemos
tildado de varias y cualquier cosa, de canallas, imbéciles, ridículos, guapos,
hermosos, hombre y mujer, de maravilla, de maldición. Me has tildado de extraña
y yo de raro, te he tildado de exagerado y tú de histérica.
Nos hemos dicho palabras
aburridas, esas palabras que hay que decir para proseguir con la vida; lava tú
ese plato que yo pongo la mesa, a las 7 voy a ir al banco, te encuentro en la
plaza. Palabras técnicas de relleno que forman un colchón común de experiencias
aburridas. Pero no por eso, han sido menos importantes.
Nos hemos dicho perdón y
gracias. Muchas veces ambas. Muchas veces ambas separadas por una coma y un
silencio incómodo.
Nos hemos confesado
palabras entre lágrimas, embriagados, felices y poco conscientes. Nos hemos arruinado
noches enteras con palabras poco atinadas que quizás habría sido mejor no
decir. Hemos dicho tamañas estupideces en las que la única respuesta posible
era una carcajada o un golpe bien puesto.
Nos hemos dicho tantas,
tantas cosas.
Y me alegro que del
millón de palabras que nos hemos dicho, hayan sido siempre más las palabras
hermosas. Que hayamos sido capaces de decir palabras dulces, porque así duele
menos la garganta si alguna vez queremos tragarlas. Porque hemos dicho más
veces 'gracias', 'perdón', 'te quiero', y nunca hemos dicho 'te odio'. Por que
las veces que nos tildamos de idiota, imbécil, ridículo, cruel, extraño y
canalla no superan las veces que nos tildamos de lindos, guapos, tiernos,
hermosos, buen amigo, compañero, amable, considerado, valiente, admirable. Y
cursis.
Y nos hemos dicho nada.
Hemos compartido el silencio. Nos hemos mirado a los ojos. Hemos dicho nada,
diciendo todo.
Nos hemos dicho 'adiós'.
Esperemos con entusiasmo lo que diremos luego de decir 'te extraño. ¿Hablemos?’.