viernes, 10 de enero de 2020

Vístete y sal de mi cabeza


Cualquier parecido con la realidad,
es simplemente coincidencia


Teo, te lo pido, por favor. Vístete y sal de mi cabeza.

¿Porqué me miras con esa cara? Quiero pedirte, por favor, que te vistas y salgas de mi cabeza.

Sí, sé que estás vestido ahora, y te ves perfecto, si me permites decirlo. Pero es que esta situación ya resulta insostenible.

¿Cómo? ¿Que te lo repita? Dios mío, Teo, por tercera vez; por favor, por favorcito, vístete y sal de mi cabeza. Lo antes posible.

No, no es broma, ¿tengo cara de broma? ¿No te das cuenta de lo difícil que me resulta pedirte esto? Me estoy poniendo… no, existe una gran probabilidad de ponerme en un ridículo absoluto pidiéndote esto. Por favor, ¿qué te cuesta? Me está resultando imposible concentrarme cuando te veo.

Sí, tengo claro que no lo haces a propósito.

¿Cómo que estoy loca? Loca de tenerte ahí dando vueltas en mi espacio mental, querrás decir, metiendo las narices en mis asuntos, arrancándome las más locas ideas. Sé que no lo haces a propósito, pero es agotador.

¿Que qué puedes hacer? Válgame… no tengo idea.

Sí, claro que puedo darte hasta el miércoles para que lo pienses, me parece genial.

Espera, espera… ¿que cómo sé cómo te ves desnudo? Hombre, ¡tengo imaginación! Y bueno, con esos pantalones no dejas mucho que imaginar, ¿no? Bueno, a decir verdad, no siempre estás desnudo, a veces te sacas la ropa en el camino y me dejas la cabeza como un tendedero. Eres terriblemente desordenado, ¿sabías?

Buena pregunta… a ver… cómo fue que te metiste en mi cabeza… déjame pensar. Sí, fue al final del semestre pasado cuando viniste con esa camisa de franela verde y los mismos pantalones que tienes ahora. Me quedé mirándote, dale que una no es de fierro, y de repente, diste un salto y apareciste en mi sillón favorito, solo con la camisa puesta. Bueno, la camisa a medio poner y a medio abrochar.

Cómo que cuál sillón, el sillón que tengo en mi salita mental, obvio. Es bonito, está frente a una chimenea en un palco circular con varios cojines.

Te veías bastante espectacular ahí, a decir verdad. Por algo te estoy pidiendo que dejes de hacerlo, me desconcentras.

Sí, por eso quiero que te vayas.

Hey, pero ¿a qué te refieres con “la realidad”? ¿Qué realidad? ¿Te parece poco real mi desesperación? Es incómodo tenerte ahí todo el día.

¿En la vida real? Así como... ¿ahora? ¡¿Y ES QUE TE HAS VUELTO LOCO?! ¡¿CÓMO SE TE OCURRE PROPONERME TAMAÑA ESTUPIDEZ?! ¡No, no y no! Tenerte dando vueltas desnudo en mi cabeza es más que suficiente, y ahora, ¿quieres pasearte desnudo fuera de ella? ¿En mi casa? ¿Qué es esto, tortura?

No, no me enojo, pero es que no seas ridículo, ¡por Dios! ¿Cómo va a solucionar algo esto de tenerte desnudo de verdad? Con tenerte en mi cabeza es suficiente, créeme, y si te estoy pidiendo que salgas es para verte menos desnudo, no más desnudo, ¿ya? Mira que entiendes todo al revés, sabía que era mejor mandarte un audio.

No, tranquilo, no hay nada que perdonar, solo que estoy cansada y se nota que no me entendiste nada.

¿El mismo miércoles? Sí, sí, tienes razón, me haría bien tomarme una cerveza. O dos. Pero tienes que prometerme que vas a pensar en algo útil para salirte de mi cabeza, o no voy ni a la esquina contigo.

Ya, ¿y ahora por qué te ríes? Te juro, Teo, que parece que sigues pensando que esto es una broma.