--
No sé cuántas cartas ya te he escrito –mentira, las tengo contadas y bien
guardados los originales garabateados. Pero digamos que no lo sé–, para decir
cuántas veces lo mismo. Pero he de reiterar. No hace falta recordar ahora todo
lo que sucedió, lanzarnos culpa y daño por la cabeza, olvidarnos del otro,
guardarnos rencor.
Pero sí he de reiterar.
No sabremos jamás el alcance final de nuestras acciones, solo podemos
imaginar, y tener esperanza. Creer que en el fondo, bien oculto por un velo de
confusión, nos hemos hecho bien –y lo hemos hecho–, nos hemos hecho mejores.
Nunca sabremos si tal o cual palabra que dije yo o tú o nos gritamos ambos en
silencio tendrá eco en el futuro. Esperemos –sabemos– que sí.
Dejar ir siempre es de lo más difícil. Y dejarte ir lo ha comprobado, te
extraño. Y es probable que te extrañe siempre. Pero nos hemos causado dolor,
tenemos las heridas frescas todavía. Antes de enfrentarnos de nuevo, debemos
sanar. O al menos, he de hacerlo yo. Ya entendí que no puedo hablar por ti, ni
asumir, ni jurar. Tú quizás dejaras ir, yo quizás baile en círculos hasta
marearme de ti. Dejarte ir es dolorosamente necesario.
Lo que no implica que deje de extrañarte. Para nada. Eres y siempre serás
importante. Te amé y siempre lo haré, quizás en otro sentido, quizás con otra
intensidad. Te amaré ahora de manera diferente, al hombre le diré adiós. Te
amaré como amigo si me lo permites –y me lo permito– levemente a la distancia.
Perdóname, como siempre, por escribir esto. Y, como siempre, también
desearé que no lo leas. Que se queme el papel, que se borre el archivo, que se
caiga internet en el momento menos esperado. Que el destino me perdone el
desatino, la cobardía y el seguir en esto. Sabes también que no requiero
respuesta. Las palabras son para mí, para revelar en el papel las cosas que se
arremolinan en la cabeza.
Nunca he sabido si me creías cuando decía que era mi manera de avanzar.
Puentes de palabras.
Eres maravillosamente complejo. Todavía me perturbas, pero cada vez menos.
Todavía me harás daño, pero cada vez menos. Todavía lloraré por ti, pero cada
vez menos. Sé que dije una vez que no quería que supieras esto para que al
menos tú pudieses avanzar, que baste con uno de nosotros. He tenido que
tragarme muchas, muchísimas de las palabras que te he dicho, por eso trato de
hacerlas hermosas. Así, al momento de equivocarme, no me rasparan tanto la
garganta.
Espero algún día volver. No sé cuándo, no sé cómo, no sé porqué. Tengo fe.
No sé de qué. Hay que dejar pasar, que el daño, que el dolor, que el error, que
lo lindo, que todo y lo demás. Insisto, reiteración. Tomará tiempo. Tomará
esfuerzo. Y tomará distancia.
Quiero que recuerdes todo esto. Te pido que no te olvides. Te pido que uses
mi fuerza para seguir avanzando en lo tuyo, recuerda que sin importar lo que
ocurra, seguiré intentando ser feliz. Que no importa cuán enfadada pueda estar,
nunca significará que dejes de importarme. Te pido que recurras a mí si lo
necesitas.
Nunca olvides que me regalaste muchas sonrisas, y otra historia para
contar.
PS:
Puedo quererte mucho, pero francamente me importa un carajo si te molestan o
complican estas palabras. Se encuentra en pleno derecho de agarrar esta carta y
lanzarmela por la cabeza. Usted asuma que algunos somos harto dramáticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario