Espero los disfruten.
Tengan una maravillosa vida.
No puede donar
- Concurso de Microcuentos de las Jornadas de Diversidad Sexual de la Universidad de Chile 2012.
Hombre higiénico
Comenzó a bajar la escalera observando sus zapatos
nuevos, pero para no gastarlos, se los sacó. Para no ensuciar los calcetines,
también se los sacó. Como no quería mancharse la piel, se sacó los pies, luego
los tobillos. Imposible ensuciarse, además, las rodillas, así que se las sacó,
seguidas de las nalgas, el torso y el pecho. Después de veinte escalones, no
quedaba nada.
El cochino
Julián se terminó el chocolito, enrolló el envoltorio en el palito y
lo tiró al basurero. Cayó afuera. ‘¡Oye,
tú! ¡El cochino!’, gritó alguien. Julián se giró a tiempo para ver al basurero
abalanzándose sobre él con diminutos puños de plástico. PAF, canillas, PAF,
nariz, PAF, estómago. Cayó al suelo y se abrazó las rodillas, PAF, patada, PAF,
auch. El basurero se sacudió las manos, tomó el papel del chocolito y se lo
tragó, volviendo a su lugar y escondiendo las manitos en la espalda. Julián se
incorporó, miró a su alrededor asustado, y salió corriendo.
Diez
El viejo puso una mano
sobre la caja, ceñudo tras la ventanilla. El joven, de pie a cinco pasos, metió
la mano al bolsillo muy, muy lentamente, sin dejar de mirarlo. Una gota de
sudor cayó sobre el cuello de su camisa. El viejo se paró y abrió la caja, pero
el joven fue más rápido. Sacó la mano del bolsillo y se lanzó sobre la
ventanilla. Entre los dedos, un billete de diez mil pesos. Ojos enormes de
terror, el viejo kioskero miró la caja con sus míseras ocho monedas. ‘Déme un
frugelé’, lo fulminó el joven estudiante.
Gracias por estos regalos. Merecido premio.
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